Ayer recibí un mail muy particular que llamó mucho mi atención, en el asunto decía “partido de despedida”. Ese asunto me tele transportó, cual Marty McFlye en el Delorean, al año 1998 o 1999 (no sabría decirlo bien, ustedes ya saben que el tablero no funciona de la mejor manera). En esos momentos yo estaba asistiendo a un “curso de orientación vocacional” (aún no descubrí que significa) en el colegio Guadalupe, el cual me impedía asistir a los entrenamientos de handball de la categoría juveniles, por lo tanto iba a entrenar con LA primera. Ese día fue mi primer touch and go con la categoría mayores.
En los primeros minutos de mi primer entrenamiento, me llamó mucho la atención uno de los jugadores, era alto, flaco pero sobretodo algo mayor de edad para lo que en ese momento eran mis estándares de jugador de handball. Pero eso no fue lo que más llamó mi atención, sino los extraños anteojos que usaba, como si en vez de jugador de handball fuera un soldador o simplemente un ridículo. Sin miedo a exagerar, aseguro que mi asombro no terminó ahí sino que este extraño personaje además del clásico atuendo de pantalón, casaca, medias y zapas, usaba una especie de protección en las rodillas y en los codos (debe venir de una carrera de motos pensé), y los vendajes que usaba en los tobillos parecían hechos por un manco que a su vez había caído en desgracia de perder la vista.
Al año siguiente, cuando empecé a entrenar frecuentemente con la primera, descubrí que ese extraño personaje que había llamado tanto mi atención se llamaba Gabriel Warley, y que ese iba a ser su último año como jugador ya que al finalizar la temporada se retiraba del deporte, después de todo tan equivocado no estaba pensé en ese momento.
Esto no cambió durante los siguientes 10 años, cada año que empezaba era el último año que Warley se iba a calzar la remera “del Guada”. Pero lo que si cambió fue mi percepción de este personaje, pasó de ser un soldador a usar protección por por una vieja lesión en los ojos, de ser un corredor de motos a usar rodilleras debido a que jugaba con los meniscos rotos, pero lo más importante es que pasó de ser un personaje extraño a ser Gaby, Warley, Narley, “el caminante”, el capitán, co-socio fundador de LA comisión, y tantos otros apodos que no son apropiados para esta columna, pero ante todo pasó a ser un gran amigo.
Espero que este año, como mi yo del pasado (espero no cruzármelo, sino la paradoja podría hacer explotar el universo o simplemente provocarme un desmayo), los que descubrieron y se asombraron de este extraño personaje que se iba a retirar a fin de año, tenga la posibilidad de llegar a conocerlo.
Tal vez la distancia, tal vez la edad o la combinación de ambas me llevó a escribir esta humilde dedicatoria. Gracias Warley por todos estos años de magia dentro pero especialmente fuera de la cancha. Estoy seguro que se te va a extrañar.
Te espero en Febrero para derrochar un poco de magia por la Gran Manzana
Informó Ezequiel Zambaglione, corresponsal especial en Nueva York de Blog Guadalupe Handball
No hay comentarios:
Publicar un comentario